Las dos empresas más importantes del mundo que nunca has oído nombrar

No son americanas. Big tech sí, pero no de las conocidas. Hasta los nombres son pensados para no atraer la atención. Pero son el cuello de botella del mercado más estratégico del planeta: los chips.

Veldhoven es una pequeña ciudad de Holanda – menos de cuarenta y cinco mil habitantes. Es tan pequeña que su página en Wikipedia tiene un total de seis renglones. Mismo así, está en el centro del mercado mundial de microchips: es la sede de ASML.

Si nunca habías escuchado este nombre, estás en buena compañía – pero te garantizo que lo vas a escuchar mucho más en el futuro.

Advanced Semiconductor Materials Lithography (ASML) es la cuarta empresa más grande de Europa, entre las 40 más grandes del mundo. Cómo el nombre lo sugiere, se dedica a la litografía – literalmente, el diseño con la luz.

De ASML salen las máquinas más avanzadas para la “impresión” de semiconductores: impresionantes bestias con centenares de miles de componentes de precisión, indispensables para dar vida al corazón electrónico de la “vida moderna”.

Del top de gama (la “litografía ultravioleta extrema” o EUV) tiene el monopolio total: nadie más tiene esa tecnología. Si tu chip es avanzado (Apple, Samsung, Nvidia…), seguro se fabricó con máquinas de ASML.

La sede de ASML debe ser uno de los lugares más protegidos de la Tierra

En todo lo que usas hay chips: en el carro (miles), en el teléfono (decenas), en los electrodomésticos, en tu compu. Los servicios clave que usas corren con chips: los servidores de la nube, la inteligencia artificial, tu correo electrónico, las criptomonedas, tu banco…

Detrás de todo esto, están las máquinas de ASML. Y las fábricas de TSMC.

Sí, porque los holandeses no hacen chips – sólo hacen las máquinas. Quien se encarga de la fabricación es TSMC (Taiwan Semiconductor Manufacturing Company), número diez en el mundo -y primera en Asia- por capitalización bursátil.

Fue la primera en apostarle a un nuevo modelo de negocio: separar el diseño de la fabricación y dedicarse exclusivamente a esta última actividad. Esto le ha permitido servir a todos los que fueron por el camino especular, o sea que se concentraron en el solo diseño de chips.

Entre sus clientes están AMDAppleARMMediaTekQualcomm y Nvidia – todas empresas que diseñan sus chips pero le encargan a TSMC la fabricación. El resultado es que de sus líneas en Taiwan sale más del 50% de la producción mundial – cifra que sube casi al 90% si se habla de las tecnologías más avanzadas.

Detalle: Taiwán tiene una relación algo complicada con su vecino, ni más ni menos que la República Popular de China. En la práctica es un estado independiente, pero para China es sólo una provincia a la cual se le está dejando algo de autonomía.

En todo el mundo sólo 13 estados reconocen formalmente a Taiwán como entidad autónoma; los demás prefieren dar saltos mortales de fina diplomacia para no molestar al vecino.

Estados Unidos no está entre esos trece, pero no vería de buenos ojos una re-unificación al estilo Hong Kong – sobre todo (me atrevo a simplificar) para no perder el dominio del recursos clave de la isla: los chips.

La sede de TSMC está a 140 km de China. Esto explica muchas cosas…

La presidenta de Taiwán visitó Estados Unidos hace pocos días; no se encontró con Biden (impensable), pero igualmente generó fuertes reacciones de China. Los analistas invitan a EE. UU. a la prudencia: el escenario a evitar es un conflicto entre las dos superpotencias planetarias.

La “guerra por los chips”,  cómo titula su (apasionante) libro Chris Miller. En esta “batalla por la tecnología más crítica del mundo” los dos bastiones a defender son ASML y TSMC.