El CEO de OpenAI está plantando las semillas del mundo post-IA.
Sam Altman sabe de inteligencia artificial. Como CEO de Open AI conoce la oferta de la actualidad -como ChatGPT- y sobre todo tiene acceso a los roadmaps futuros. Si alguien puede predecir lo que se viene, es él.
Saber qué va a pasar con la IA es como tener el número ganador de la lotería de mañana: una información altamente monetizable. Puede adivinar qué sector sufrirá la disrupción más profunda para apostar contra él, por ejemplo, pero hay otra consecuencia relevante: Sam Altman puede levantar plata para lo que quiera.
Su empresa es la nueva Big Tech (énfasis en Big) del sector del futuro; además, viene de liderar “Y Combinator”, incubadora top donde aprendió una cosa o dos de startups. Estas dos credenciales son suficientes para que un Venture Capitalist le firme el cheque que quiera, para el proyecto que se le antoje.
Es por estas dos consideraciones (información privilegiada sobre el futuro y fácil acceso a capital) que me llama la atención el proyecto al cual se ha venido dedicando: una moneda digital que sirva de base para el Universal Basic Income (UBI).
Un momento. ¿Cómo?
Sí, yo sé. Hay mucho que desempacar en esa frase. Empezando por el objetivo final: de UBI se habla hace rato, pero llama la atención que ya haya un proyecto de este calibre trabajando para tornarlo factible.
Un pasito atrás: hablamos de Ingreso Básico Universal cuando a alguien se le da plata por el simple hecho de ser parte de una comunidad. Así, incondicionalmente, “no questions asked”: eres de acá, toma la plata.
La interpretación de Altman es bastante amplia en términos geográficos: en su visión, la comunidad es toda la especie humana. Eres humano, toma la plata.

¿Y de donde sacamos la plata para darle un ingreso a miles de millones de personas? Qué pregunta: de la Inteligencia Artificial.
“El futuro es luminoso y le pertenece a las gentes del mundo”
Así recita la página de Worldcoin. Se refiere a la economía del futuro, donde la IA estará generando valor, valor, valor, valor: ganancias impresionantes, órdenes de magnitud más grandes que las de Apple, Google o Meta (que no están nada mal).
Estas ganancias:
– van a derivar de un proceso global de sustitución del trabajo: millones de empresas van a cambiar sus empleados por sistemas de IA, atraídas por eficiencia, calidad y flexibilidad. Y
– van a fluir a solamente un puñado de empresas, en una concentración parecida a la del negocio del cloud hoy en día.
Esta -resumida al extremo- es la visión de Altman. Por esto se necesita Worldcoin.
“Si les vamos a quitar el trabajo y nos vamos a hacer billonarios en el proceso, al menos devolvamosles unos cuantos dólares para lo básico”. Las comillas no significan que Altman haya dicho esto – es una dramatización (mía) de cómo se puede interpretar la situación.
O tal vez le podamos quitar la intención y reformularla: “el futuro de la humanidad es próspero, pero ya no hará falta trabajar; necesitamos una nueva manera de redistribuir la riqueza”.
Me gusta más esta, aunque describa el mismo escenario: una nueva etapa de la economía planetaria desvinculada del trabajo. Un mundo donde nuestra identidad ya no reposa en “qué hacemos” – o al menos donde nuestras actividades no buscan generar recursos porque ese aspecto ya está resuelto para todos.
La revolución industrial construyó la clase media y el estado social; la IA -según su figura más visible- estaría abriendo las puertas de un futuro diferente.