¿Tiene sentido hablar de metaverso todavía?

Spoiler alert: yo digo que sí. Permítanme argumentar.


Después del boom inicial (el rebranding de Meta) y un largo año de sostenido interés, el hype del metaverso se ha empezado a enfriar.

Algunos llegan a darlo por muerto, tal vez tratando de liberar espacio para el siguiente buzzword (la Inteligencia Artificial, por si lo dudabas).

Sí, tendrá sus problemas también pero está bien sexy…

Todo esto es normal: no hay mal que dure 100 años ni nueva tecnología que pueda escapar a la dichosa curva de Gartner. Después de un pico de expectativas sobredimensionadas siempre hay una caída al valle de la desilusión.

Sin embargo, si consideramos el enfriamiento de la economía, los despidos de las big tech, los escándalos de las criptomonedas, las cancelaciones de proyectos y lanzamientos tal vez haya espacio para algo de pesimismo frente a una nueva generación de internet que vaya más allá del smartphone.

Yo sigo optimista – y hablando del tema. Por tres razones fuertes.

La primera es que para mi la palabra “metaverso” es una simple etiqueta – algo que se le puede “pegar” a múltiples fenómenos. Es un poco como la marca Coca Cola: aparece en termos, camisetas, toallas de playa, juguetes y loncheras sin dejar de ser una bebida azucarada con gas.

La etiqueta metaverso para mí significa “el próximo estadio de la evolución de nuestras experiencias digitales”. No sabemos bien cómo será ni cuando llegará, pero ya le hemos puesto nombre.

Esto ayuda a referirse rápidamente a ese futuro sin largas y complejas frases. Abajo dos maneras de describir un escenario a cinco años:

  1. Un porcentaje importante de la población de mayor poder adquisitivo estará viviendo experiencias digitales avanzadas caracterizadas por mayores grados de presencia, inmersión y nuevas manifestaciones de valor relacionadas con la tecnología blockchain y sus primeras aplicaciones en entornos interoperables parecidos a los actuales mundos virtuales.
  2. El 25% pasará en promedio una hora al día en el metaverso.

El segundo es más digerible, más viralizable y no menos correcto que el primero.

Podemos debatir por horas sobre los elementos de la definición, pero una vez aceptemos su esencia nos será muy útil usar la etiqueta correspondiente.

Una segunda razón porque sigo usando la “M word” es que siempre he sido cuidadoso con ella: al no haberme excedido en el pasado, no necesito cortar bruscamente ahora.

Ya hace casi un año el estudio expedia mostró que la palabra “metaverso” suscitaba emociones negativas en América Latina; desde entonces he repetido mil veces que es como el Tío Bruno de Encanto – al final es bueno pero mejor no hablar de él.

En ámbitos profesionales (cómo este newsletter) no hay problema; fuera de ellos no hace falta reducir el uso porque ya lo habíamos eliminado, ¿no es cierto? 🙂.

Si en cambio seguías hablando de metaverso con tus vecinos, parientes u (horror) clientes, nunca es tarde para recordar que el susodicho se hace pero no se dice.

Tercera y última razón: creo que seguiremos avanzando por los tres caminos de la Presencia, Inmersión y Nuevo Valor, y que el punto de llegada es el metaverso.

Puedo imaginar esa “humanidad aumentada” que sabe usar nuevas, poderosas herramientas a la perfección, sacándoles provecho y eliminando gradualmente todos los efectos colaterales.

Me ilusiona participar de esta construcción – para gozar de ella y para que de ella gocen mis hijas y nuestra región entera.

Por esto creo que tiene sentido hablar de metaverso todavía.